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A 62 años
El porqué de la caída de Perón en 1955

El autor de la nota hace una suerte de revisionismo de la Revolución Libertadora en sus orígenes y relata, a su entender, cuáles fueron las verdaderas causas que terminaron con la Presidencia del general Juan Domingo Perón

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Sábado, 16 de septiembre de 2017
Los argentinos debemos investigar nuestro pasado institucional como una manera de aclarar estos hechos históricos, porque no todo lo que se escribió fue cierto. Hubo por parte de las fuentes interesadas motivos para distorsionar la realidad. Desentrañar las dudas sirve para borrar del imaginario colectivo de la sociedad una versión equivocada de lo que sucedió realmente. Y es saludable que, democráticamente, opinemos en forma diferente sobre tal o cual proceso social, político o económico que sucedió en el país.

En este testimonio relataremos, a más de 50 años, sobre porqué derrocaron al general Juan Domingo Perón. Esto ocurrió un 16 de septiembre de 1955, por la insurrección de un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas enrolados en lo que se llamó la “Revolución Libertadora”, con el apoyo de la jerarquía eclesiástica.

Es ésta una fecha que profundizó el conflicto social en todo el territorio nacional entre “peronistas y anti peronistas”, influyendo en el destino sangriento que protagonizaron los golpes militares como brazo armado de las elites burguesas y clericales en un permanente desencuentro entre argentinos, condenándonos a la dependencia extranjera.

La realidad de los acontecimientos, contados por los fanáticos “gorilas” y por los peronistas “ortodoxos”, no coinciden en sus versiones: Los “libertadores” sostienen en forma pueril que el dictador se “habría fugado cobardemente en el enfrentamiento armado”. Desde el peronismo ortodoxo aceptan la explicación del General Perón, en el sentido de que “renunciaba para evitar un baño de sangre entre compatriotas”.

Otras interpretaciones del golpe militar del 55, nos dejan un interrogante. Según el general Eduardo Lonardi, líder del levantamiento, la situación de los supuestos “libertadores” era complicada, a tal punto que el informe señalaba, que el general Pedro Aramburu fue derrotado en el Litoral y que el propio general Lonardi, estaba cercado en el regimiento de Artillería en Córdoba; los Almirantes Rial y Rojas, amenazaron bombardear con la flota de mar Buenos Aires y las destilerías de La Plata, pero no lo concretaron por la situación del Ejército y por no quedar como la única fuerza insurrecta.

El Gobierno estaba en condiciones de sofocar militarmente a los revolucionarios. El único que guardó en sus memorias como un secreto inviolable la decisión de no derrotar la rebelión militar del 55, fue el propio general Juan Domingo Perón.

La decadencia de la clase dominante crea el advenimiento del Peronismo, este proceso social que se arraiga en la conciencia popular, es consecuencia de una Argentina injusta y desigual para la mayoría de los ciudadanos, provocada por la actitud desaprensiva de la oligarquía terrateniente aliada al poder militar que, quebrando el orden institucional, deliberadamente mientras ejercieron el gobierno civiles y militares, instrumentaron en lo político, social y económico lo que la historia denominó, la década infame, valiéndose para perpetuarse en el poder, del fraude, el contubernio, los negociados cárnicos y públicos, y la violación por parte de las fuerzas armadas de anular comicios generales adversos…

Corría el año 1945, precisamente el 17 de octubre. Ese día se gesta el movimiento policlasista más importante de la historia política de nuestro país, agrupando a diversos sectores sociales: trabajadores, empresarios de capitales nacionales con vocación de fortalecer el mercado interno, clase media popular y pobrerío del interior, el ala nacional del ejército (GOU) y un sector de la Iglesia Católica.

Todos ellos comulgaban el mismo ideario: terminar con el país semi colonial y la partidocracia adicta y, sentían, que Perón los representaba.

Desde el poder el general Perón, conduce y organiza este movimiento nacional peronista produciendo hechos que fueron una bisagra para el orden socialmente injusto que imperaba, y estas fueron, trascendentes. En legislación laboral, en la promoción de créditos baratos y protección arancelaria al empresariado nacional para fortalecer el mercado interno, los ingenieros militares por medio de Fabricaciones Militares hicieron crecer la industria aeronáutica y de armamento, la Iglesia católica impartió la fe en las escuelas y el interior del país recibió como nunca obras públicas y la justicia social.

Lo que no podemos permitirnos como sociedad son versiones antojadizas y cargadas de odios de lo que sucedió en el año 1955 con el derrocamiento del presidente Perón. En ese sentido debe prevalecer la ecuanimidad en la descripción de los sucesos y sus causas.

El preámbulo del golpe comienza con la desarticulación del frente nacional. En primer lugar el empresariado retacea su adhesión al movimiento, manifestando su malestar en el Congreso de la Productividad siendo su vocero José Ber Gelbard.

Tenemos que decir que los empresarios crecieron merced al IAPI, que obtenía la porción de renta agraria diferencial que el Gobierno les transfiere de las exportaciones. Pero el descontento se produce en los años (1951-1954) cuando disminuye esta inyección y ellos pretendían acumular en base al método capitalista clásico: la extracción de plusvalía.

Los empresarios consideraron intolerable la tasa de explotación obrera que se redujo entre 1944 y 1954 a casi la mitad, y la prepotencia de la instalación de las comisiones internas de Fábrica. En segundo lugar la Iglesia católica temerosa de que el peronismo cambie de rumbo levantando las banderas rojas en la Plaza Mayo, avanzó en la creación del Partido Demócrata Cristiano. Los obispos se negaron a seguir siendo una columna política de ese movimiento “demasiado obrerista”y prefirieron ser independientes por medio de su partido. Esta táctica no le agradó a Perón y se inició la ruptura entre la Iglesia y el Estado.

Los púlpitos de las Iglesias se convirtieron en tribunas contrarias al Gobierno. Pero además la Iglesia caló hondo en la conciencia de las “Fuerzas Armadas” en los sectores nacionalistas por la palabra de sus capellanes, que influyeron a tal punto que dejaron de ser leales al general Perón. La celebración del Corpus Christi, en junio del 55, provocó una movilización que junto con las beatas y los chicos de la Acción Católica, caminaron ateos y masones, empedernidos antiperonistas.

La caída de Perón no se debió al polémico contrato petrolero con Standard Oil en 1955, ni por cuestiones económicas, porque los informes de la CEPAL hablaban de la “rápida recuperación de la industria argentina en 1954, de la mejora de la demanda por un aumento general de salarios y de un considerable incremento de la productividad del trabajo”, además que los indicadores macroeconómicos eran favorables.

Se debió sí a presiones de sus propios aliados. Cayendo en un espiral de duros enfrentamientos políticos. A esto debo agregar, que la muerte de Evita, le dejó un vacío que no pudo resolver y esto aceleró la caída de la Presidencia del General Juan Domingo Perón a manos de la Argentina colonial y vende patria.

Por Jorge Guidi


Sábado, 16 de septiembre de 2017

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