Lunes, 13 de Octubre de 2025
13/10/2025 00:28:16
Primera transmisión vía satélite
"The Thrilla in Manila", la pelea que cambió la TV para siempre

En 1975, HBO era una cadena en graves problemas económicos que no conseguía atraer la atención de los televidentes. Pero el combate entre Muhammad Ali y Joe Frazier trastocó todo, iniciando el camino hacia la actual era del streaming.

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Sábado, 11 de octubre de 2025

En la mañana del 1° de octubre de 1975, Muhammad Ali y Joe Frazier se subieron a un ring de boxeo en Filipinas para enfrentarse por el campeonato mundial de peso pesado. El The Thrilla in Manila, que Ali ganó tras 14 arduas rondas, causó ondas de choque alrededor del planeta, no solo por lo que sucedió en el caluroso y pegajoso ring, sino también por la forma revolucionaria en que fue visto.

A unos 15 mil kilómetros de distancia, en Vero Beach, Florida, aún era la noche del 30 de septiembre cuando 150 senadores, congresistas y ejecutivos de televisión se reunieron para presenciar cómo HBO se convertía en la primera red de televisión en la historia en transmitir una señal en vivo continua por satélite.

“No podrías haber elegido un mejor evento, en todo el mundo, para demostrar el poder de los satélites para una nueva industria que The Thrilla en Manila”, recuerda Kay Koplovitz, quien estaba en la sala. Lo que había parecido una fantasía de ciencia ficción solo unos años antes se convirtió de repente en una realidad. La televisión nunca volvería a ser igual.

Koplovitz, que se convertiría en la primera mujer en Estados Unidos en dirigir una red de televisión, tenía entonces 30 años y ayudaba a promocionar el evento para HBO. Para ella, esa noche fue la culminación de un sueño que había tenido desde hacía mucho tiempo. En 1966, mientras aún era estudiante, escuchó al autor Arthur C. Clarke –quien más tarde escribiría 2001: Una odisea del espacio– dar una conferencia sobre comunicación por satélite y se convenció del potencial de la tecnología. “Soy una devota de Arthur C. Clarke”, dice Koplovitz, ahora una animada octogenaria, desde su casa en Nueva York. “Él fue quien me entusiasmó con esto cuando escuché su conferencia sobre satélites en órbita geoestacionaria”.

Ella entendió de inmediato que la nueva era satelital haría que el mundo se sintiera mucho más pequeño, y escribió su tesis de maestría en la Universidad Estatal de Michigan sobre el tema. “En ese entonces estábamos en la Guerra Fría, y me parecía que esto era una forma de unir a la gente que no conocíamos mucho”, recuerda. “No sabíamos qué había detrás del Muro de Berlín. No sabíamos qué había detrás de la Gran Muralla China. Eso es lo que me motivó”.

En ese momento, las opciones de visualización televisiva para los estadounidenses eran extremadamente limitadas. Esencialmente, solo había tres canales nacionales, NBC, CBS y ABC, y este último no estaba completamente distribuido, por lo que muchas partes de Estados Unidos ni siquiera lo recibían. Como señala el historiador de la televisión Craig Leddy, esto significaba que había una gran cantidad de poder concentrado en manos de estos canales, y había muy pocas vías para nuevos programas. “Los tres grandes exponentes de la televisión eran estos gigantes guardianes de la televisión”, dice Leddy. “HBO, al subir a satélite, realmente dio paso a una ola de creatividad por parte de personas que de otro modo no habrían tenido perspectivas en la TV”.

HBO (o Home Box Office) había sido lanzado en noviembre de 1972 con la promesa de ofrecer películas de primera categoría en el living de casa, pero inicialmente había luchado por atraer televidentes. Recurrían a trucos como repartir pavos gratis en Acción de Gracias a cualquiera que estuviera dispuesto a registrarse, y sus propietarios corporativos en Time Inc. estaban ansiosos por cerrar la empresa en apuros económicos. En parte, su modelo de negocio estaba obstaculizado por la dificultad de la distribución tradicional. “Tenían que llevar estas cintas físicas de un programa y decir: ‘Esto va a salir a tal hora’”, explica Leddy. Koplovitz añade: “La industria del cable no iba a ninguna parte sin nuevos programas”.

Los satélites ofrecieron una solución, y The Thrilla in Manila fue la oportunidad perfecta para probar que la tecnología incipiente realmente funcionaba. El presidente de HBO, Jerry Levin, se unió a Bob Rosencrans, de la empresa de cable UA-Columbia, quien instaló una antena satelital de 10 metros en una de sus bases en Vero Beach para recibir la transmisión en vivo. Hubo un ambiente de nerviosa anticipación mientras los dignatarios se reunían y se acercaba la hora de la pelea, pero cuando las imágenes llegaron nítidas a las 10.45 PM, estalló un robusto aplauso.

Las expectativas para la pelea eran altísimas. Los dos boxeadores se habían enfrentado por primera vez en 1971 en un encuentro en el Madison Square Garden conocido como La Pelea del Siglo, donde Frazier salió victorioso. Ali lo venció en una revancha en 1974 antes de derrotar a George Foreman en El Rugido en la Selva para establecerse como el campeón indiscutido.

Ese legado solo aumentó la atención mediática sobre la próxima defensa del título de Ali, que el legendario hablador bautizó cuando se burló de Frazier con un juegod e palabras intraducible al castellano: “Será un thrilla, un killa y un chilla, cuando atrape a ese gorila en Manila”. En el evento, la épica pelea en Filipinas estuvo más que a la altura de lo prometido y sigue siendo considerada como una de las noches más grandes en la historia del boxeo. Los dos hombres intercambiaron golpe tras golpe, ronda tras ronda, dejando el ojo de Frazier tan hinchado que no podía abrirlo y a Ali jadeando a su entrenador que estaba “más cerca que nunca de morir”. A medida que avanzaba la pelea, Ali le quitó el protector bucal a Frazier y prosiguió a apalear a su oponente con toda su energía restante. El árbitro puso fin a la apabullante contienda de 15 rondas una ronda antes.

“No habría sido tan bueno si alguien hubiera sido noqueado en la primera ronda, lo que a veces sucede en el boxeo”, señala Koplovitz. “Este fue el tercer enfrentamiento con estos boxeadores que se conocían muy bien. Casi mató a ambos. Ambos estaban absolutamente dañados después de eso, pero usamos la pelea para ilustrar el poder de los satélites. Era claro que ese fue el punto de inflexión”.

Era importante que el evento se llevara a cabo sin contratiempos. La Comisión Federal de Comunicaciones aún no había otorgado a las empresas de cable el derecho a utilizar la tecnología satelital, y el evento en Vero Beach fue diseñado específicamente para convencer a los legisladores de que deberían darle luz verde. “Tuvimos que obtener la aprobación para utilizar satélites y también crear políticas que permitieran a los operadores de cable acceder a ellos”, explica Koplovitz. “Los nuevos canales de cable no tenían que obtener licencias como lo hacen las emisoras tradicionales, así que realmente era un mercado libre”.

Se ha afirmado ampliamente que The Thrilla in Manila fue visto por más de mil millones de espectadores en todo el mundo, con muchos reunidos en cines, aunque dado que esto representaría un cuarto de la población mundial de ese momento, es probable que la cifra esté exagerada. Lo que se sabe es que un récord de 500.000 fanáticos vieron la pelea a través del sistema pay-per-view en HBO, galvanizando tanto a la red como a la industria del cable en general.

La demanda se disparó, se instaló infraestructura de cable y antenas satelitales por todo el país y HBO desarrolló una reputación por emitir el tipo de programación que Los Tres Grandes nunca tocarían. “Las personas que no podían conseguir que sus programas fueran aprobados en una red de transmisión acudieron a HBO”, dice Leddy, cuyo nuevo libro Fast Forward narra la posterior participación del jefe de HBO, Jerry Levin, en el nacimiento del streaming de video. “Seamos realistas, podías ser más atrevido en HBO. Podías utilizar malas palabras. ¡Había desnudos! Mucha gente se enganchó a HBO por eso. Les dio mucha más libertad creativa, y Levin estaba muy interesado en eso. Era fanático de las tecnologías transformadoras”.

No solo HBO se benefició. A medida que más hogares accedieron a la televisión por cable, hubo una explosión de nuevas redes. Ya en 1980 había 28 canales de cable en Estados Unidos y para 1998 ese número había saltado a 174. Koplovitz estaba en una posición privilegiada para liderar esta revolución. Lanzó su propia red centrada en el deporte en 1977 en asociación con Madison Square Garden, relanzándola en 1980 como USA Network.

Como jefa de la red, Koplovitz se convirtió en la primera persona en negociar contratos para la cobertura por cable de la NBA (basquet), la NHL (hockey sobre hielo), las MLB (béisbol) y una serie de otros eventos deportivos importantes. Es directamente responsable de convertir el deporte televisado en un fenómeno nocturno en Estados Unidos. “Solo era los fines de semana antes”, recuerda. “Simplemente dije: ‘Estas cosas se juegan toda la semana. No hay razón para que la gente no pueda verlas toda la semana’. El valor era ofrecerles a las personas deportes entre semana, y se inscribieron rápidamente una vez que estaban disponibles”.

No estaba sola en detectar el potencial no explotado. En 1980, Ted Turner lanzó CNN, el primer canal de noticias 24 horas. BET se lanzó en la red de Koplovitz ese mismo año antes de convertirse en su propio canal en 1983. Showtime se lanzó en 1976, Nickelodeon en 1979 y MTV en 1981. Levin, quien falleció el año pasado, rastreó el desarrollo de la televisión como una forma de arte hasta esta era, diciendo en 2015: “No habría una Edad de Oro de la Programación hoy si no hubiera habido esta proliferación de redes”.

En 2025, a raíz de la revolución del streaming y la omnipresencia del contenido on demand, es difícil imaginar que hace solo cinco décadas había solo un par de programas diferentes en las pantallas en cualquier momento. “Hoy hay tanta elección que el problema es encontrar algo realmente bueno que ver”, se ríe Koplovitz.



Habiendo sido testigo de un cambio tan seísmico en primera persona, Koplovitz se siente feliz de saber que tuvo razón al predecir que los satélites llevarían a los espectadores a lugares sobre los que antes no sabían nada. “Los estadounidenses realmente no estaban interesados en productos extranjeros antes, pero el cable y ahora el streaming abren la programación de todo el mundo”, dice. “Realmente ha cambiado tremendamente, y todo eso está relacionado con lo que sucedió con The Thrilla in Manila. Esa pelea cambió el rumbo de la historia de la televisión”.

* De The Independent de Gra Bretaña. Especial para Página/12.


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