Celebró la ofensiva de Trump en el Caribe
Milei chocó con Lula por su abierto apoyo a la intervención de Estados Unidos en Venezuela
El presidente de Brasil alertó que “una intervención armada sería una catástrofe” y se ofreció como mediador.
Domingo, 21 de diciembre de 2025

Envalentonado con el avance de la derecha en el continente, Milei fue a la Cumbre del Mercosur a cuestionar al bloque y a celebrar el intervencionismo de los Estados Unidos en Venezuela. Desde Foz de Iguazú, el presidente que busca posicionarse como un líder regional utilizó su participación en la reunión de jefes de Estado para profundizar su ofensiva en contra del bloque regional. En un discurso de fuerte impronta ideológica, cuestionó la razón de ser del Mercosur, reclamó una “reforma integral” que flexibilice los tratados bilaterales de libre comercio, llamó a cerrar de inmediato el acuerdo con la Unión Europea y avaló explícitamente la injerencia de los Estados Unidos sobre Venezuela. En la vereda de enfrente el mandatario brasileño Lula Da Silva advirtió sobre la gravedad de una intervención militar en Venezuela y se ofreció como mediador.
Con la firma del acuerdo Unión Europea-Mercosur pospuesta, la cumbre quedó deslucida y las miradas apuntaron a la fría relación entre los socios más gravitantes del bloque regional.
Con la oficialización del acuerdo postergado hasta enero por la fuerte presión de los agricultores europeos, la 67ª Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur quedó atravesada por el cruce entre Lula da Silva y Javier Milei en torno al intervencionismo estadounidense en Venezuela. No hubo almuerzo de camaradería ni rees bilaterales. Sólo una foto de familia delante de las imponentes Cataratas donde se advierte la fragmentación entre los líderes y el debilitamiento del regionalismo en su fase de mayor polarización. Milei sólo tuvo gestos de distensión con su par paraguayo, Santiago Peña. El saludo con Lula Da Silva, una vez más, fue gélido.
El discurso que Milei dio ante el resto de los mandatarios rompe con la tradición histórica de la diplomacia argentina, cuyo principio rector fue siempre la autodeterminación de los pueblos y la no intervención en los asuntos internos de otros Estados, pilares consagrados tanto en la Carta de las Naciones Unidas como en el derecho interamericano. Durante su alocución que duró unos diez minutos, Milei calificó al gobierno de Nicolás Maduro como una “dictadura atroz e inhumana” y celebró abiertamente la “presión” de Estados Unidos —y del expresidente Donald Trump— sobre Caracas, alineado sin matices con ese país.
“La Argentina saluda la presión de los Estados Unidos para liberar al pueblo venezolano. El tiempo de los acercamientos tímidos se agotó”, dijo Milei e instó al resto del bloque a acompañar esa postura. También reclamó la liberación de “presos políticos” y del argentino Nahuel Gallo, detenido en Venezuela.
La posición de Milei expuso una contradicción geopolítica. Mientras celebró la avanzada de Estados Unidos —socio estratégico del Reino Unido en la OTAN—, reclamó un “apoyo permanente y sólido” del Mercosur a los derechos soberanos de la Argentina sobre las Islas Malvinas.
Las definiciones de Milei contrastaron con la posición del anfitrión Lula Da Silva. El presidente brasileño alertó que una eventual acción militar sobre Venezuela tendría consecuencias humanitarias devastadoras y abriría un precedente peligroso para toda Sudamérica. En ese marco, se ofreció a asumir un rol de mediación diplomática entre Caracas y Washington para evitar una escalada del conflicto.
“Estoy pensando que, antes de Navidad, posiblemente tenga que conversar con el presidente Trump otra vez, para saber en qué puede contribuir Brasil para que tengamos un acuerdo diplomático y no una guerra fraticida”, dijo Lula durante su intervención al tiempo que recordó: “Pasadas más de cuatro décadas desde la guerra de Malvinas, el continente sudamericano vuelve a ser sorprendido por la presencia militar de una potencia extraregional. Una intervención armada en Venezuela sería una catástrofe”
Tras la cumbre, Milei firmó un pronunciamiento junto a otros cinco mandatarios para exigir el “restablecimiento del orden democrático” en Venezuela. El texto, que no contó con el aval de Brasil ni de Uruguay, fue suscripto por el presidente de Paraguay, Santiago Peña; el de Panamá, José Raúl Mulino; y representantes de Bolivia, Ecuador y Perú presentes en la cumbre. La declaración evitó toda referencia al rol de Estados Unidos y al despliegue militar contra Caracas. La omisión tensó aún más las negociaciones internas del bloque. Según trascendió, Brasil aceptaba incorporar una mención a la situación de los derechos humanos en Venezuela, pero pretendía incluir una advertencia explícita sobre la militarización impulsada por Washington y el rechazo a las medidas coercitivas.
Mercosur bajo ataque
Javier Milei volvió a cuestionar de manera directa el funcionamiento del Mercosur y puso en duda la razón de ser del bloque. Ante sus pares, sostuvo que el proceso de integración “no cumplió ninguno de sus objetivos centrales” y enumeró lo que definió como fallas estructurales: la inexistencia de un mercado común efectivo, la limitada libre circulación de bienes y factores, la ausencia de coordinación macroeconómica y la escasa armonización normativa.
“La realidad no se discute, se mide”, afirmó y señaló que “el comercio intrazona se ubica muy por debajo de sus niveles históricos”. En ese marco, Milei reivindicó la ampliación de las excepciones al arancel externo común impulsada por la Argentina durante su presidencia pro témpore y la presentó como un “primer paso” hacia una mayor apertura comercial. El presidente tiene como objetivo final avanzar hacia los TLC -tratados de libre comercio bilaterales- hoy prohibidos para un Estado miembro del Mercosur. El más buscado por la diplomacia libertaria es con Estados Unidos.
En sentido opuesto a los principios que guiaron a la llamada “oleada rosa” de comienzos de los años 2000, Milei sostuvo que el Mercosur debe abandonar cualquier lógica “monolítica” y habilitar a que cada país avance al ritmo que imponga su propia estrategia de inserción internacional. El planteo supone una impugnación directa al multilateralismo regional y a la negociación en bloque, uno de los pilares sobre los que se construyó el proceso de integración.
Entre sus cuestionamientos, Milei mencionó la negociación con la Unión Europea, que —según sostuvo— lleva décadas sin materializarse por la lentitud del Mercosur. La crítica se inscribe en una matriz más amplia de política exterior que profundiza lo que diversos analistas caracterizaron como un regionalismo post-liberal, un giro iniciado a partir de 2016 con la llegada de Mauricio Macri al gobierno argentino y la destitución de Dilma Rousseff en Brasil, cuando los socios mayoritarios del bloque reorientaron la integración hacia una agenda de apertura comercial y flexibilización normativa.Domingo, 21 de diciembre de 2025