Miércoles, 8 de Mayo de 2024
08/05/2024 22:22:24
Junto a Leonardo DiCaprio y Robert De Niro, presentó "Killers of the Flower Moon"
Festival de Cannes 2023: el regreso triunfal de Martin Scorsese

El director volvió a la Croisette en su mejor forma, con un film inspirado en un hecho real que se convirtió en el acontecimiento más convocante del festival.

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Domingo, 21 de mayo de 2023

Ganador de la Palma de Oro en 1976 por Taxi Driver, Martin Scorsese no había vuelto a formar parte de la selección oficial del Festival de Cannes desde que en 1986 presentó Después de hora, con la que se llevó el premio al mejor director. Y este sábado -37 años después y con 80 recién cumplidos- el director de Casino regresó a Cannes en su mejor forma, con Killers of the Flower Moon, en una proyección fuera concurso que se convirtió en el acontecimiento más convocante del festival, con filas interminables para ingresar a las dos salas en las que se proyectaba simultáneamente la película.

Scorsese no atravesó solo la alfombra roja del Palacio de los Festivales, que da sobre la Croisette y que se colmó de paparazzi. Lo hizo acompañado por sus dos buenos muchachos Leonardo DiCaprio y Robert De Niro, coprotagonistas de la película que recién en octubre próximo tendrá un lanzamiento limitado en salas antes de aterrizar en la plataforma Apple TV+, coproductora mayoritaria del proyecto en el que el director venía trabajando desde hace siete años.


Inspirado en el libro de investigación homónimo del periodista David Grann, el film toma como punto de partida un episodio real ocurrido en el estado de Oklahoma en la década de 1920, cuando comenzaron a sucederse una serie de asesinatos de innumerables miembros de la nación indígena Osage, en cuyas tierras acababan de descubrirse riquísimos yacimientos de petróleo. Lejos de la investigación meramente policial, que nunca tuvo lugar hasta que intervino muy tardíamente el recién creado FBI, Killers of the Flower Moon (el título alude al ciclo lunar al que las naciones indígenas le atribuyen la llegada de la primavera y la abundancia) se concentra en la enfermiza relación entre el gran patriarca blanco de la región, William Hale (De Niro), y su sobrino y protegido, Ernest Burkhart (DiCaprio), tan ignorante como codicioso y al que su tío –que se hace llamar el “Rey”- manipula a su antojo, para apropiarse de las tierras indígenas.

A lo largo de las tres horas y media que dura la película (la más extensa de Scorsese a la fecha), el director va exponiendo metódicamente el siniestro plan del Rey, que no excluye el casamiento de su sobrino con una mujer aborigen (Lily Gladstone), que va sufriendo una por una las muertes de todos sus familiares y allegados de su comunidad, lo que la convierte inexorablemente en una heredera en peligro, del que nunca parece ser del todo consciente.

Lo notable del film de Scorsese es el modo con que va dosificando dos líneas paralelas del relato, que en algún momento llegarán a cruzarse. Por un lado, la relación del Buckhart con su esposa es lo suficientemente compleja como para que ella no ignore lo que está sucediendo a su alrededor y al mismo tiempo siga confiando en su marido y padre de sus hijos, que sin embargo no duda en aplicarle insulina adulterada para demorar su tratamiento de diabetes y apurar así su muerte. En ese núcleo narrativo aparece un leitmotif recurrente en el cine de Scorsese: la figura del traidor, del Judas que se debate entre sus problemas de conciencia y su ambición. Con ese personaje, DiCaprio construye quizás su criatura más deleznable hasta la fecha, una suerte de estúpido niño grande que se vuelve arcilla en las manos del Rey, sin duda el mejor trabajo de Robert DeNiro en años.

Por otra parte, en Killers of the Floor Moon resurge el contexto político de su época, al que Scorsese nunca dejó de prestarle atención. Ya en Casino (1995) Scorsese había dado muestras de cómo funciona en esencia el sistema capitalista que rige la economía de su país: como una mesa de apuestas en la que sólo gana la banca. A su vez, en El irlandés (2019), iba aún más lejos y se internaba no sólo en los procesos de acumulación de capital por parte de la mafia sino también en sus contactos políticos y sindicales, básicos para la construcción de poder. Y ahora en su nueva película, Scorsese expone el racismo inherente al proyecto económico con el que el hombre blanco se apoderó de tierras y riquezas que eran de los pueblos originarios, saqueados por el poder feudal local e ignorados por el poder central, que recién se digna a intervenir cuando una delegación india consigue trabajosamente una entrevista con el presidente Calvin Coolidge.

El libro homónimo que está en la base del film lleva un subtítulo -The Osage Murders and the Birth of the FBI- que no se refleja de ningún modo en la película. El propio Scorsese ha declarado –en una entrevista para la publicación estadounidense Deadline, distribuida aquí en Cannes- que él y su guionista Eric Roth decidieron cambiar diametralmente el eje del relato y concentrarse en los perpetradores antes que en una investigación policial que hubiera dado por resultado una película convencional.

De hecho, el agente que finalmente llega desde Washington (Jesse Plemons, recordado por El poder del perro) tiene un papel secundario y aparece recién en el último tercio de la película, cuando el terror que desata el Rey es ya tan desmesurado que pierde todo el control de la situación. A tal punto que para deshacerse de una pareja de herederos manda dinamitar una casa entera, cuya explosión sacude a toda la ciudad.

La construcción del relato, sin embargo, no podría ser más clásica. No hay en Killers of the Flower Moon proezas estructurales, como en otras películas del autor. Con la colaboración de su montajista histórica, Thelma Schoonmaker, Scorsese elige una narración tersa y lineal que va operando por acumulación, hasta desembocar en un epílogo casi brechtiano en el que el director se reserva la voz final: encarna a un locutor radial que da cuenta del triste final de la última heredera de la nación Osage.


Domingo, 21 de mayo de 2023

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